Presidenta de AICA mundial: "Hoy el artista visual es un cientista social"
sábado, 18 de agosto de 2018
Cecilia Valdés Urrutia
Cultura
El Mercurio
La experta brasileña Lisbeth Rebollo, de visita en Chile, habla del nuevo rol del arte y las exposiciones, entre otros temas. La Asociación Internacional de Críticos de Arte que preside también incluye a curadores y directores de museos de 95 países.
"Estamos en un momento de grandes cambios en el ámbito cultural y del arte. Hoy las exposiciones han pasado a ser el gran espacio para el discurso y la reflexión del arte y del pensamiento. Un gran ejemplo de ello son las bienales y la Documenta. El espacio cambió definitivamente", afirma a "El Mercurio" Lisbeth Rebollo, la nueva presidenta de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA), ex directora del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Sao Paulo.
La entidad que preside esta doctora en sociología del arte nació a fines de 1948, "ante el escenario de una Europa devastada por la guerra. Y tuvo un rol clave en la época de la Guerra Fría para los países tras la cortina de hierro. También se volvió hacia Latinoamérica". Y siguen en ello: apoyando el arte libre en países como Venezuela.
La asociación (única en su género en el mundo) la integran más de cinco mil especialistas de 95 países, algunos de los cuales participan directamente en ella sin mediar asociación alguna. Sus encuentros mundiales y participación en bienales y en la Documenta de Kassel son claves.
Invitada por la sección chilena de la entidad, Rebollo se reunió esta semana con artistas, críticos, curadores y directores de museos y visitó exposiciones en Santiago y Valparaíso. Es conocida en el medio, ya que trajo a Chile exposiciones relevantes, como "Viva Brasil" al Museo de Arte Contemporáneo y otras al Museo Nacional de Bellas Artes.
-¿Usted plantea que las exposiciones son hoy el nuevo espacio de reflexión?
"Son espacios fundamentales para el trabajo crítico. Hoy las exposiciones son el discurso puesto en escena. Contienen tesis, profundas reflexiones. Constituyen la invitación a reflexionar a través de una nueva experiencia estética".
-Pero también usted une, de algún modo, el trabajo del curador con el de crítico de arte. ¿No debieran ser funciones absolutamente separadas?
"Son dos campos y prácticas distintas. El crítico pone en contacto al público con el discurso del curador, y puede no estar de acuerdo con su exposición. Pero es un hecho que últimamente se ha acrecentado algo más la relación. Porque hay que pensar en la importancia del discurso en el arte contemporáneo y las muestras son un ejercicio de ensayo abierto a cambios. Juntos -curador y crítico- van construyendo, en gran parte, los criterios para la comprensión del arte en nuestro tiempo".
-El peligro es que, algunas veces, se han concertado para levantar "artificiosamente" a un artista o grupo. Ello se viene denunciando desde hace tiempo por el influyente crítico Robert Hughes y hace unos días en este diario...
"Es un hecho muy peligroso pero tiene más que ver con una concepción neoliberal del arte, como producto de consumo. Regularlo es imposible, pero hay que denunciar. Y hay que investigar, también, más el rol de los coleccionistas, porque compran y luego ponen sus obras en el circuito del arte. También ha habido hechos de colecciones completas, como es el caso de quien vendió la suya de "Arte concreto" al Museo de Houston, y produjo un gran interés por estudiar ese movimiento que involucró a Latinoamérica".
"Todo es válido"
Lisbeth Rebollo subraya la importancia de las bienales como un espacio experimental muy conectado a la apertura del arte. "Ello empezó con Harald Szeemann, en 1969, cuando hizo la exposición en la Kunsthalle de Berna (Suiza) llamada 'Cuando las actitudes se tornan en formas'. El énfasis fue puesto en la actitud. Y ello definió un cambio de paradigma en el arte contemporáneo. Mostró instalaciones en carbón, con objetos a media pared, con agua, basura. El público quedó estupefacto de lo que podía suceder en un museo. A Szeemann lo sacaron del Kunsthalle de Berna, pero a partir de ello irrumpieron los temas en la Documenta. Se abrió el criterio".
-¿Y se abre sin límites, a su juicio?
"En el arte no se puede hablar de límites, porque es esencia de la libertad. Aunque en Brasil, por ejemplo, se acaba de abrir un proceso judicial contra una performance de desnudos, que atentaría contra la formación de los niños. También se cerró una muestra transgénero y otra, por la apropiación tal vez demasiado antojadiza de símbolos religiosos. Sucede".
-¿Cómo ve los cruces del arte de hoy?
"Es algo muy actual. Hoy el artista visual es un cientista social, es antropólogo, sociólogo, comenta lo que pasa. Esa es la materia prima. Todo es válido. Los artistas discuten temas de migraciones, de derechos humanos, judiciales y muchas veces incomodan bastante. Porque envolver una propuesta en la estética remece mucho más".
-Y la arquitectura es esencial en ello; usted ha trabajado sobre el arquitecto Burle Marx.
"Arte y arquitectura son hoy casi inseparables. Es imposible definir límites. Brasil es un gran ejemplo de esto. Y ahí Roberto Burle Marx es un ícono. Lo expuse en el Museo de Arte Contemporáneo por su idea del paisaje, su investigación y valor ecológico; él se adelantó a ello. Fue además pintor, escultor e hizo tapices. Burle Marx fue un personaje muy rico en su técnica y estética, como paisajista y artista. Crea masas de color con calidez plástica en sus paisajes. Es autor de un pensamiento estético total".